Durante su época como jugador en este club, fue apodado "El Vikingo" por una producción fotográfica de la revista El Gráfico que lo mostraba con esa vestimenta.
Se caracterizó siempre por ser un jugador muy aguerrido, con vocación ofensiva (a pesar de ser defensor), proyectándose continuamente por la franja izquierda.
Sus hinchas lo recuerdan como un hombre que nunca bajaba los brazos, que jugaba aún lesionado, dejando todo el esfuerzo y sacrificio en el campo de juego. Por este motivo se escuchaba en las canchas el famoso "Ruso Ruso Ruso... Huevo Huevo Huevo".
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